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EL ÚLTIMO LIBRO 4: EPÍLOGO

No espero permiso para besarla. Desde el segundo en que caminó hacia mí con ese vestido, luciendo como si hubiera salido de mi fantasía personal—no una sexual, aunque podría hacer un millón de esas desvaneciendo a la multitud y tomándola aquí mismo en la arena—sino una que pertenece a mi corazón. Du...