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Capítulo 38. El Juramento de sus almas

Los ojos de la chica se cristalizaron y sus labios temblaron, sin embargo, respiró profundo y se dirigió a él.

—En las condiciones en las que estás, yo no pienso hablar, ni decir nada Fernando.

—¡Kate!... ¿Por qué haces las cosas tan difíciles entre nosotros? —preguntó desalmado ante ella.

— ¿No...