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Capítulo 35. Secuestro y Determinación

Constanza llegó a casa, observó en el mueble el bolso de su hija.

—¿Laurita?

Los jóvenes se separaron de golpe al escuchar la voz de ella.

— ¡Dios mío Ignacio! ¡Es mi mamá! —Exclamó con nerviosismo—. Nos va a descubrir —pronunció temblando, del susto la joven que no encontraba su ropa.

— ¡Lauri...