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Sorpresas con los ojos vendados

El timbre de mi apartamento sigue sonando, obligándome a mirar el reloj de la mesita de noche, que muestra que son solo las siete de la mañana de un sábado. ¿Quién se atreve a molestarme un sábado? Pienso mientras me pongo la bata de satén azul marino sobre el camisón a juego y despierto a Juan porq...