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Promesas incumplidas y correos electrónicos sin abrir

Y como todos los días, llego a casa con Juan, exhausta. Le preparo la cena, lo baño y lo acuesto. Cuando está en su sueño más profundo, voy a mi habitación, me ducho, lloro, pensando en cómo me las arreglaré de ahora en adelante, y una vez más, me siento sola... Apago la ducha, me pongo la bata y me...