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Recurrencia

2009

Los brazos de Carlos me envuelven, sorprendiéndome. Miro el reloj y ya son las nueve de la mañana, lo que me hace feliz al saber que todavía estaba en la cama conmigo. Huele mi cabello y besa mi oreja, diciendo:

—Buenos días, amor. Te amo.

—Buenos días... Yo también te amo —respondo, girándo...