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¡Extraña señorita!

Annie se golpeaba la cabeza continuamente en cuanto él se fue.

¡Dios! ¡Dios! ¡Dios!

¡Eres demasiado ingenua, Annie!

¡Demasiado ingenua! —gritaba en su mente.

¡Ugh!

No puede creer que casi lo deja salirse con la suya.

Incluso si... incluso si él iba a besarla... ¿es así como simplemente...?

¡Dios! ...