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CAPÍTULO 40

En un gran salón, Hiro y Kogan aguardaban la llegada de las lunas. Roland, con sus ojos en blanco, supervisaba que todo estuviera listo. Kogan, por su parte, había pasado toda la mañana intranquilo, luchando contra sus deseos de ir a ver a su luna.

Hiro observaba a su hermano mayor, notando su inqu...