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55. Un gran descubrimiento.

Ariadna se llevó la mano al pecho, y trató de calmarse necesitaba escuchar toda la historia.

—Estoy bien —dijo carraspeando—. Por favor continúe señora María.

—Yo no tuve corazón para dejarlo abandonado, lo cargué, y me lo llevé a mi casa, mis vecinos me regañaron, me dijeron que me iban a acusar de...