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98. LUEGO NO LLORES

Eva sabía que le tenía preparadas más sorpresas.

— Aquí está, toda tuya para ser utilizada, mi querida dueña, si la deseas, ven y sírvete tú misma – se agarró la polla con firmeza en la base y la apuntó justo a la entrada rosada.

— Henry…

— Espero por ti, Eva, te doy tres segundo, lo tomas o lo d...