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86. FIESTA DE BIENVENIDA

— ¡¿En serio aceptaron venir a la fiesta?!

¡BAM!

Albert Edwards se levantó de repente de la silla de su escritorio, haciendo que esta sonara estrepitosamente al arrastrarse.

— ¡Sí, sí, sí, ten todos los contratos y propuestas listas! ¡Esta oportunidad no la podemos perder! – le gritaba emocionado...