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22. MI LUZ EN LA OSCURIDAD

— Eva no tienes que hacer esto, no te arrodilles, por favor, no se lo voy a decir a nadie— le aseguró levantándola del suelo.

Le partía el alma ver sus rodillas sangrantes y en carne viva, contra el suelo duro y su cara de evidente agonía.

Cualquiera se lo pensaría dos veces antes de guardar un se...