




Valeria
CapĂtulo 2
Valeria Rivas tuvo que retirarse al terminar su hora de trabajo, de nuevo la vecina la llamĂł, Su mamá realmente se sentĂa mal y su hermana lloraba sin parar cuando la veĂa asĂ.
PensĂł en lo injusto de que su querida mamá, que aĂşn era una mujer joven, estuviera enfrentando esta situaciĂłn, la vida se les habĂa complicado mucho, tenĂa un excelente empleo pese a su edad y preparaciĂłn.
No obstante, la enfermedad de su mamá se habĂa consumido todos sus ahorros, y ni que decir que tenĂa que pagar por sus cuidados debido a sus dolencias o habĂa que llevarla al hospital al tratamiento y atenciĂłn mĂ©dica. TenĂa solo 29 años, pero ya se sentĂa de 40 y la vida le parecĂa pesada, muy pesada.
Acostumbrada a trabajar desde temprana edad, su tiempo libre lo habĂa dedicado a estudiar, capacitarse, su Ăşnica meta era contribuir a mejorar con la precaria situaciĂłn econĂłmica familiar.
Tuvo que madurar, tenĂa que ayudar a su mamá, ya que papá habĂa muerto cuando tenĂa la edad de su hermanita. Su mamá no le permitiĂł abandonar los estudios de secundaria, pero al salir de clase ayudaba haciendo sus postres para vender a sus vecinos.
Ella elaboraba tortas de cumpleaños, o de cualquier otro evento, galletas y cualquier dulce que le encargaran, era una habilidad innata y tenĂa una buena clientela despuĂ©s de muy poco tiempo.
Los vecinos y amigos acudĂan a ella para los postres de sus fiestas y aunque no era un ingreso estable, ayudaba con los gastos y el ahorro para varios cursos como secretaria y aprendizaje del inglĂ©s. SabĂa que tenĂa que irse fortaleciendo en su profesiĂłn dada la situaciĂłn familiar.
En la actualidad no le quedaba mucho tiempo, su trabajo era a veces de 16 horas, de acuerdo a las Ăłrdenes del jefe, hoy se habĂa tenido que venir y le dejo instrucciones a la auxiliar.
AbriĂł despacio la puerta de la casa que les dejĂł su papá al morir, entrando y buscando a su mamá. La vio en la cama de su habitaciĂłn, sabĂa que tenĂa que estar dĂ©bil, reciĂ©n le habĂan aplicado el tratamiento, y conocĂa como se debĂa sentir, su hermanita al lado de ella estaba sosteniendo su mano.
Lo pensĂł, a los dos se les habĂa dificultado la vida, papá muriĂł y no fue fácil, para ninguna de ellas, y ahora su hermanita habĂa tenido que ver el deterioro de su mamá. Al verla observĂł que habĂa muestras de llanto, Valeria trato de no llorar, le pasĂł la mano por la cabeza, le dijo que hiciera sus labores, y contemplĂł a su mamá, ver a su pequeña familia asĂ, le daba mucha tristeza, le parecĂa injusto.
—Hola mami, ¿Cómo te has sentido hoy?
RosalĂa la observo, hacĂa tiempo que su rostro estaba demacrado, aparentando que todo estaba bien, le dijo:
—Bien hija. ¿A ti cómo te fue? La vecina no debió llamarte. Estamos bien
Valeria sabĂa que no era cierto, pero asistiĂł y le toco la frente.
— ¿Te duele la cabeza? ¿Ya tomaste la medicina de las náuseas?
—No me duele y ya tomé mi medicina — dijo con su sonrisa de siempre
—Bueno, te harĂ© una sopa para que comas y atenderĂ© a SofĂa. No te preocupes, todo estará bien
—Lo sé… hija —trato de disimular una sonrisa.
Ya en la cocina, recordĂł parte de la conversaciĂłn que habĂa escuchado sin querer al entrar con el cafĂ© en la oficina de su jefe. Al parecer su jefe estaba enamorado, lo que creĂa imposible habĂa sucedido, segĂşn pudo escuchar estaba impresionado por una chica joven y como Ă©l mismo la chica estaba en buena posiciĂłn econĂłmica.
Michael Dubois tenĂa una apariencia atractiva, con su cabello negro y sus ojos del mismo color muy agudos y penetrantes. Además, era tan alto que habĂa que doblar el cuello para verlo a la cara.
Era un hombre en verdad impresionante. Aunque en general era muy frĂo, tenĂa cinco años a su lado y solo habĂa conversado con Ă©l lo imprescindible y se referĂa al trabajo, desconfiaba de las intenciones de todo el que se le acercaba, por eso trataba de no acercarse mucho, necesitaba mucho el empleo y no iba a darle motivos de desconfianza.
El Señor Dubois, cuando observaba mucho interĂ©s de parte de sus empleados, comenzaba a dudar de los mismos, por eso habĂa tratado de mostrar una apariencia frĂa, y silenciosa, ya que querĂa conservar su magnĂfico empleo.
Un hombre frĂo, con un traje de negocios que parecĂa pegado a su piel, no lo podrĂa imaginar de otra forma, su amigo más cercano le preguntĂł que si le habĂa dicho a su jefe sobre su mamá, al parecer escuchĂł la conversaciĂłn que tenĂa con la vecina.
Le dijo que no, pero lo que no le dijo es como podrĂa contarle eso a un hombre que se mantenĂa alejado, que no daba espacio para contar intimidades, claro que no, ni se le ocurrirĂa.
El teléfono empezó a sonar. El sonido del móvil la sacó de sus pensamientos, vio el número, y se sorprendió, porque la llamada es de su jefe.
—Deje algo pendiente, no creo y entonces de qué se trata, en fin veamos.
—DĂgame, Señor Dubois. Lo siento, tuve una emergencia personal ÂżDeje algo pendiente? ÂżNecesita algo?
—Buenas tardes, Valeria
—Buenas tardes, Señor. ¿Qué necesita?
—Me he enterado por Sebastián que su mamá tiene problemas de salud. Quiero manifestarle que estoy decepcionado de enterarme por él y no por usted. No obstante, quiero decirle que cuenta conmigo para lo que desee, estoy a sus órdenes si necesita dinero para tratamientos y asistencia médica.
— ÂżDĂgame cĂłmo está su mamá?
— Mejorando, Señor Dubois. No se preocupe.
— ¿En serio? Pregunto él
—Es lo que espero
—Bueno, si necesita algo puedes comunicármelo, no soy tan inalcanzable y de su buen estado de ánimo depende que haga un buen trabajo, Valeria.
—Estaré pendiente de su situación y en lo que pueda ayudar lo voy a hacer, ya se le hizo una transferencia por recursos humanos para sus gastos, considérelo un extra para que siga desempeñándose adecuadamente. Necesito que esté concentrada en el trabajo y no preocupada por su situación económica.
Valeria se quedĂł pensativa, ya le habĂa parecido raro que el mĂstico Señor Dubois se preocupara por alguien, además del mismo. En el mundo financiero lo llamaban el rey Midas, sus empleados lo llamaban a sus espaldas Lucifer el diabĂłlico.
— ¿Me ha escuchado, Valeria?
—SĂ, Señor, Muchas Gracias…. De verdad le agradezco No tenĂa que molestarse
—Tómelo como un bono para mi tranquilidad, si usted está desconcentrada pensando en el dinero, no tendrá un buen rendimiento en el trabajo y la necesito concentrada. La próxima vez no invente estratagemas para decir las cosas, no soy tan desagradable como para que no pueda hablar conmigo.
—Bueno, me despido, que esté bien, mañana llegué temprano, Buenas noches
Valeria se quedĂł mirando el aparato, quĂ© hombre tan desagradable, aunque nunca habĂa sido tan desagradable como ahora, pensar que utilice a su amigo para llegar a Ă©l, a quien se le ocurre. No era una malagradecida, esa transferencia venĂa muy bien y tenĂa que aceptarla para los gastos mĂ©dicos, y otros gastos.
ContinuĂł haciendo la comida, pensando que lo atractivo y adinerado no justifica lo arrogante, que se creĂa, cuando ella le habĂa dado motivos para pensar asĂ. SiguiĂł pensando en eso, con mucha impotencia, un rato despuĂ©s fue a ver a SofĂa, su hermanita, quien ya más calmada estaba haciendo sus deberes escolares en la sala.
La abrazo, le digo cuánto la quiero y la observĂł, su hermana menor no era como otros jĂłvenes habĂan tenido que madurar dado que mamá habĂa estado enferma por dos años y tuvo que dejarla bajo la vigilancia de la vecina. En ese tiempo no habĂa molestado al Señor Dubois, cĂłmo se atrevĂa a pensar que lo habĂa engañado para que su amigo le dijera lo de la enfermedad de mama.
Dejando este tema, fue a revisar a su mamá, quien se habĂa quedado dormida. Toco su frente, vio que tenĂa buena temperatura y saliĂł a terminar la comida.