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Desiciones

Repasa mentalmente si hizo algún pago de más, pero es imposible. No ha usado esa tarjeta y su móvil entra con contraseña. Revisa los detalles de los movimientos bancarios y se da cuenta de que el dinero ha sido transferido a una cuenta de su hermano.

Había sido robada por él. De alguna manera hackeo su teléfono, lo cual no sería muy difícil, ya que es vieja tecnología. Sale del banco maldiciendo a su hermano y luego piensa en una manera de recuperar dinero. La voz de Eleanor resuena en su cabeza, así que le llama.

El día transcurre lentamente, Arya no deja de pensar en eso mientras camina de vuelta a la clínica. ¿Tendría lo que se necesita para ser madre a tan joven edad?

Definitivamente, la necesidad era más grande que sus temores, tendría que afrontarlos si fuera necesario. Cuando llega a la clínica va directamente donde la asistente. Esta le informa que su madre tuvo un ataque al corazón y que esta había sido llevada a terapia intensiva.

—El médico le atenderá una vez que salga de una cirugía y le explicará la condición de su madre —informó solamente la asistente para luego marcharse.

—¿Eleanor? —pregunta cuando descuelgan la llamada

—Sí, ¿quién habla?

—Soy Arya, oye, ¿es seguro el pago? —inquiere con dudas y su amiga sabe a qué se refiere.

—Sí, la compañía que se encarga de eso, se asegura de que los clientes sean confiables. Te asignan incluso hasta un abogado para que cuide de tus intereses —confiesa Eleanor notando que su amiga sigue preocupada—. ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?

—Mi madre se agravó, por favor, ¿podrías ayudarme? Me urge el dinero.

«Como dije, no tengo opción» piensa una vez más y se sienta en la sala a esperar.

Arya estaba aliviada de que su madre estuviera estable, pero cada detalle sobre los procedimientos resonaban en su cabeza con solo una palabra, dinero.

Todo ese día ella se quedó en el hospital, su madre estaba en la UCI y esperaba tener mejores noticias. No quería que le pasara nada malo, ella había sido su ancla cuando más la necesito. A mediodía, su vecina Lora las visitó y llevó un par de emparedados para Arya, sabía que la chica estaba demasiado delgada y que no era precisamente por mantenerse en forma.

Sabía que tenía un buen cuerpo, pero desnutrida como estaba, las curvas que una vez tuvo, ahora se esconden debajo de sus amplias ropas.

Arya que no había pegado ojo en toda la noche, aceptó la propuesta de su amiga y por teléfono le ayudó a rellenar el formulario de postulación. A la mañana siguiente decidió revisar su cuenta de correo con la esperanza de que le hubieran aumentado el monto de la beca por milagro divino. Nada más iniciar sesión notó que había uno de parte de un tal abogado, Daniel Cheng, invitándola a una entrevista para ocupar el puesto de madre sustituta.

“Puesto de madre sustituta”

Eso la hacía sentir como si fuera solo un trabajo y ya, le quitaba la humanidad a tan bello acto de amor como es el tener un hijo. Pero no podía quejarse, ella decidió que lo haría y de esta manera saldaría la cuenta en el hospital y podría buscar un mejor lugar para su madre y ella, lejos de su hermano y de ese feo barrio.

Sr. Daniel Cheng.

Acepto la entrevista, diga fecha, lugar y hora. ¿Tengo que llevar documentos en específico o eso los lleva mi abogado?

Saludos, Arya Harley.

Envía el correo y espera unos minutos mientras sigue caminando hasta la parada del bus. Una vez que sube y toma un asiento, la notificación de un correo nuevo llega. Está asombrada de que la compañía para la que se postuló le han contestado muy rápido.

Arya Harley,

La cita sería el día de mañana en el restaurante del Hotel Plaza a las diez de la mañana. Solo traiga su cardex de identidad.

Fifth Avenue at Central Park South

New York, NY 10019

Hasta entonces.

Daniel Cheng.

Arya revisa el correo varias veces, eso es en Nueva York y ella está en Boston. Entra en internet y revisa la forma en que puede llegar allá, de camino en autobús serían al menos casi cuatro horas, el boleto le sale de treinta a cuarenta dólares… Tiene el dinero justo para ir y venir. El tren sale aún más caro, así que se decide por el autobús.

De regreso a casa compra una sopa instantánea, se da una ducha a conciencia y duerme un par de horas. Recoge un pequeño bolso más grande con un cambio más de ropa y vuelve al hospital. El día siguiente cae sábado, Eleanor estará libre, así que le pedirá que le ayude a cuidar de su madre para que ella pueda ir a esa entrevista en NY.

Al llegar al hospital se encuentra con que el doctor quiere hablar con ella.

—¿Está bien mi madre? —pregunta inquieta nada más ver al cardiólogo de su progenitora.

—Está estable, pero necesita una reparación de válvula, la que tiene está dañada y necesitamos operarla de nuevo —informa concretamente el médico.

Ella sabe de lo que él habla, es estudiante de medicina. Aun así, el temor no le deja y la angustia de no tener dinero es peor aún.

—¿Es urgente? —pregunta ella sin saber qué hacer.

—No, está estable, pero no puede pasar de mañana —sugiere el cardiólogo—. Es su decisión si quiere operarla aquí o llevarla a otro sitio, solo sepa que en su condición es mejor no trasladarla.

—Está bien, deme tiempo y le daré una respuesta. ¿Ella resistirá?—aclara ella. Sabe que la cirugía se debe hacer sí o sí, pero antes quiere negociar.

—Sí, mientras no se agrave —aclara el doctor.

Ha tomado una decisión y ahora debe hacer que todo marche conforme lo ha planeado.

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