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Capítulo 50: Apoyo incondicional

Caleb.

—Oye, ¿no crees que deberías estar presente para las transformaciones? —cuestionó Laia.

Estábamos sentados en la banca, mientras yo me acurrucaba con la cabeza sobre su regazo. Verla desde esa perspectiva era un poco gracioso, porque su papada era notoria y su nariz se veía más grande.

—Sí, p...