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Capítulo 43: Semilla plantada

Alanna.

Los labios de Dorian eran un deleite para mis hormonas, lo único que hacían era humedecerme más de lo que estaba. Tenía la necesidad de tocarlo, de inhalar todo su aliento fresco.

Mis manos rodearon su cuello, estando ambos de lado en la cama. Mi pierna se subió por impulso sobre su cadera p...