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Capítulo 40: Respaldo absoluto

Alanna.

—¡Sorpresa! —Cubrí los ojos de Marta—. Adivina quién soy.

Ella estaba de espaldas hacia mí, sentada en una mesa en el patio y hablando con su madre. Zoé me vio con ternura.

—¡Alanna! ¡¿Por qué no me dijiste que volvías?? —chilló, levantándose y tumbando la silla.

Se giró y lanzó entre mis br...