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Dolor inesperado

—Es hermosa.

—No más que tú.

Sus mejillas se enrojecieron con sus palabras. Últimamente, solía hacer eso: decirle cosas lindas, hacerla sonrojar, hacerla sonreír, hacerla sentirse feliz. Y tenía miedo de que ese precioso sueño terminara.

—Si sigues haciendo eso, me lo terminaré creyendo —le repre...