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Melancolía

Débora salió de la oficina de su hijo con una mirada triunfal. Le complacía saber que Angelo no podía hacer nada para detener la demanda. La demanda estaba en marcha y así se quedaría.

Una sonrisa siniestra se dibujó en sus finos labios al pensar en el veredicto, que estaba segura, sería a su favor...