




Capítulo 8
MI JEFE Y YO
Él es frío pero yo soy graciosa
Punto de vista de Jacinta
—¿Se conocen? —pregunta el jefe arrogante mirándonos a ambos.
—Oh cariño, no le hagas caso. Es una vieja compañera de clase. No sabía que la encontraría aquí —dice Stella rápidamente.
Oh Dios mío, es una mentirosa de mierda.
—¿Una vieja compañera de clase? Pero ella es demasiado pobre para haber asistido a la misma escuela que tú —dice el hombre rico y arrogante.
Hasta ahora, no sé su verdadero nombre.
—Sí, es pobre. Ya sabes cómo a los pobres les gusta forzar las cosas. Intentó estudiar allí pero no pudo pagar sus cuotas, así que abandonó. Pobre niña huérfana, ¿trabaja para ti? —pregunta y no sé por qué mi boca está cerrada.
—Stella, yo... yo... —intento hablar pero las palabras no salen.
Ella simplemente heredó de sus padres. Si mi riqueza la hace reaccionar así, entonces no quiero ser rica. No quiero la propiedad de mi padre.
Ella es mi prima pero me trata como basura.
—Acabo de emplearla. Es mi asistente personal —dice el hombre arrogante.
—Awwn. Mira lo que lleva puesto, tan pobre. No deberías emplear a gente como ella en tu oficina. Podría robarte. La conozco muy bien —dice Stella mientras el jefe rico y arrogante se sienta en su silla.
—Ya veremos. Puedes irte ahora Stella, tenemos trabajo que hacer —dice y con eso me doy cuenta de que no tiene interés en ella.
Ella está forzando su camino hacia él.
Me dan ganas de reírme de ella ahora mismo.
Siempre forzando su camino en las cosas. Realmente siento lástima por su estilo de vida.
Ella se va después de darle un beso en la mejilla, el cual él se frota después de que ella se va y yo me atraganto tratando de ocultar mi risa.
—¿Dónde está mi café, Jacinta? —pregunta el jefe arrogante cuando estamos solos.
—Lo traeré enseguida, señor —digo y casi me voy pero él me llama de nuevo.
—El comedor está en el tercer piso. Aquí está tu contrato. Fírmalo y luego tráeme el café. Además, dile a mi secretaria que entre —dice.
—Está bien, señor —digo y recojo los documentos.
Firmo rápidamente sin leerlos y me dirijo a buscar el café en el comedor que está en el tercer piso.
—Haz el café bien caliente —le digo al hombre del comedor porque no quiero que se enfríe cuando llegue al piso 20.
Mis piernas ya están doliendo. Esta escalera va a matarme.
Llamo a su secretaria mientras regreso con el café.
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Punto de vista de Damian
Parece que llegó temprano y limpió.
No puede quedarse sin hacer nada. Tengo que darle algo de trabajo.
Le pido que me traiga café y llame a mi secretaria después de firmar su contrato de trabajo.
Después de que se va, dejo caer mis archivos y los esparzo por todo el lugar y vuelvo a mi asiento.
Espero a que regrese para que pueda limpiar de nuevo.
......10 minutos después
¿Por qué tarda tanto? El café no debería tardar tanto en llegar desde el comedor.
Aquí viene y parece tan agotada.
¿Es en serio?
—¿Cuánto tiempo te lleva conseguir café? —pregunto en tono agudo.
—Deberías estar agradecido de que aún esté caliente. Mis piernas están ardiendo de subir y bajar las escaleras —dice jadeando lentamente.
—¡El ascensor está ahí para que lo uses, tonta! —grito.
—No hay manera de que use ese tubo de la muerte —dice y ¿cómo se atreve a responderme?
—Mira, no me importa si usas el ascensor o no, solo trae siempre mi café a tiempo y, nunca más me respondas —grito y la puerta se abre para revelar a mi secretaria Lyuba.
—Limpia este desastre —digo a Jacinta, quien está sorprendida de encontrar la oficina en un desastre.
Me gusta esa expresión en su rostro.
Yo 1 Jacinta 0.
—Entra, Lyuba —digo y ella entra.
—¿Qué puedo hacer por usted, señor? —pregunta.
Lyuba es una mujer bien formada con un gran trasero y pechos.
Aunque me gustan las chicas rellenitas con mejillas regordetas como ella, no me gusta.
Es demasiado grande para que la cargue. Odio los pechos y traseros grandes.
Usualmente pienso que son juguetes para jugar. Solo los presionas y los haces saltar. ¿Gracioso, verdad?
Volvamos al trabajo ahora.
—Lyuba, quiero que le entregues mi agenda diaria a Jacinta. Como te dije ayer, ella es mi nueva asistente personal. Ella tomará mis llamadas y siempre me dirá mi agenda diaria. Será la encargada de manejar las cosas en mi oficina cuando no esté y cuando esté. Tú puedes encargarte del resto del personal —digo.
—Pero señor, todos dicen que ella es una desertora escolar sin papeles de trabajo. ¿Cómo puede ser su asistente personal? —pregunta como si se quejara.
—Esa es mi última palabra, Lyuba. Ella aprenderá con el tiempo —digo y ella asiente mientras se va enojada.
No sabía que Jacinta es tan rápida. Ya ha terminado de arreglar la oficina de nuevo.
—Espero que hayas escuchado lo que le acabo de decir a Lyuba. Ve y consigue los papeles de la agenda y acompáñame a mi reunión del día —digo.
—Sí, señor —dice y se va sin quejarse.
Quiero ver cuánto tiempo puede sobrevivir en mi oficina.
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*Mansión Cartney
Punto de vista de Stella Cartney
—¡Papá! —llego a casa y llamo a mi papá.
¡Estoy tan enojada ahora mismo!
¿Cómo se atreve esa perra a volver a nuestras vidas?
—¡Papá! —vuelvo a llamar mientras dejo caer mi bolso en el sofá y empiezo a moverme por la sala de estar.
—Mi princesa, ¿por qué estás gritando? ¿Qué pasó? ¿Se te acabó el dinero para las compras? ¿Quieres más dinero? —pregunta mi papá mientras baja rápidamente las escaleras.
—¡Papá, me encontré con Jacinta! —digo y mi papá parece sorprendido.
Mi mamá y mi hermano también se acercan.
—¿Te encontraste con Jacinta? ¿Dónde? —pregunta mi mamá.
—La encontré en el grupo de empresas Merkian. Está trabajando para Damian, como su asistente personal —digo y no parecen preocupados.
—¿Es por eso que estás tan preocupada? —pregunta mi papá.
—Papá, ¿y si le cuenta a Damian lo que le hicimos a ella y a Jessica? ¡Estaremos condenados! —digo pero ellos siguen sin preocuparse.
—¿Creen que estoy bromeando? —les pregunto.
—No, princesa, pero tú de todas las personas conoces mejor a Damian. Nunca tiene tiempo para hablar con la gente a menos que sea sobre trabajo. Todos saben que el señor Clegg, la señora Clegg y sus hijas murieron en un ascensor. Esa es la razón por la que los escondimos durante un año hasta que escaparon. Nadie sabe cómo se ven de todos modos. Nunca fueron expuestos a los medios. Las joyas Clegg nos pertenecen solo a nosotros. Incluso si ella ha vuelto, no puede hacer nada. Estoy seguro de que está miserable donde sea que esté —dice mi papá y sus palabras me dan un poco de esperanza.
—Tienes razón, papá. Ella parece realmente pobre y llevaba ropa vieja y sin sentido —digo y todos sonreímos.
—¿Qué tal esto? Averiguaremos dónde vive ahora y con quién. Luego podemos agregar más problemas a su nueva familia. Después buscaremos una manera de que Damian la despida antes de que se acerquen demasiado. ¿Qué te parece? —pregunta mi hermano y me encanta su idea.
—¡Guau, hermano, gran idea! —digo feliz.
—Matar a sus padres no fue difícil para nosotros, así que hacer lo mismo con los hijos no será difícil. ¡Será más divertido! —dice mi mamá.
—Después de todo, somos los Cartney. Nunca perdemos lo que queremos conseguir. ¡El dinero habla! —dice mi papá y todos sonreímos.