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2- Primer encuentro en la tierra

Estoy bloqueado, no he comido en meses pero no tengo hambre. No puedo cerrar los ojos, tampoco sé si los tengo abiertos. No puedo pensar, mi mente está en blanco. La luz es cegadora y tampoco es brillante, lo sé porque las cosquillas y vibraciones que llenaban mi esencia de brillo han dejado de sentirse. No sé cuánto tiempo ha pasado desde que caí como una estrella fugaz. Con el silencio llega el día, y cuando escucho algún deseo de nuevo, alguna estrella ha caído indicando que la noche ha vuelto. No sé si hay más de mi especie en este enorme agujero que parece un pozo blanco donde se entierran las estrellas caídas y nunca cumplidas. Creo que ahora estoy en el cinturón de Van Allen. No puedo pensar en Dasy, algo se rompe, desgarra mi alma flagelada en millones de destellos y me es imposible romperme, apagarme, o incluso morir de hambre al no comer oscuridad. Todo es blanco y esa blancura infinita parece estar siempre en movimiento. Pienso en Dasy y no hay mayor dolor que no verla brillar, no saber cuánto tiempo estaré así. Si acaso, mi condena por haber caído es pasar la eternidad desterrado del universo.

No sé si estoy muerto, probablemente lo esté, y el infierno de las estrellas se parece mucho a la revelación de su propia luz por el resto de la eternidad. Debe haber estrellas en el infierno con su muerte prematura incendiando las almas más serenas. Besando en la frente los pecados de otros, y con sueños llenos de brillo borrando a los demonios, marcándolos con sus signos blancos en forma de sol. Tal vez he nacido de nuevo, y mi luz nunca muere desde la tierra. Todo lo que veo es una luz blanca, perpetua. Todo lo que escucho son deseos. Este estado debe ser lo más parecido al limbo, con mi alma suspendida y la gente susurrándome sus penas y anhelos sin que yo pueda ayudarlos.

Cuando era una estrella, era un canal para iluminar a otros, para realizar lo imposible, los deseos de esas personas. Entonces lo entendí, el deseo es algo efímero. El deseo es cambiante al igual que la persona. Respetar los deseos una vez tomados y decretados al universo es el desafío personal de quienes los piden. Deben tener fe en su deseo y renovar su energía en la dirección de lo deseado para manifestarlo. El deseo de tener algo es efímero, vienen y van. Recordar por qué estaba aquí era lo que me hacía querer vivir, mantener mi deseo de ser humano encendido. Quería con toda mi alma vivir. Deseaba poder pedir un deseo al universo y que alguien me escuchara también.

Sentí una extraña sensación de rasguño en uno de mis miembros. Imagino a Dasy siendo atraída hacia ella a través de esa seducción tangible que es el cuerpo humano. Probablemente ahora sea humana. Desearía poder ser humano con Dasy. Sentir su compañía, verla brillar, escuchar su voz. Las imágenes parpadeaban en mi mente, no todo era una luz celestial. También podía imaginar y crear con mi mente... crear colores y verlos en las formas de mi imaginación. Podía verla de nuevo si pudiera imaginarla completamente. Saber cómo se vería si estuviera en la tierra. ¿Sería hombre o mujer? Calmaba el ruido de los deseos, apaciguaba los pensamientos de la humanidad con imágenes de Dasy. Imaginaba y soñaba con ser humano, y el blanco puro y duro que mantenía su ausencia, este lugar donde descanso ahora, se volvía más tolerable. Puedo imaginar a Dasy viviendo en la Tierra, ella, siendo feliz, ¿cómo sería su rostro? Quería amor y sentir felicidad. Que Venus la guíe en su nacimiento y llene su vida de amor y dulzura, que Júpiter llene su corazón de fuego y sabiduría con la flecha del centauro. Y que la constelación de Tauro le conceda estabilidad y riqueza. Que la creatividad de Cáncer le otorgue un don lleno de arte y luz. Esos eran mis propios deseos. Deseos para Dasy. Entonces entendí que el amor incondicional y la generosidad natural reinaban en mi alma. Si naciera probablemente lo haría bajo el sol en Piscis, pero eso no era posible. La noche había caído cuando la Luna y Venus se alinearon, y estaba seguro de que mi destino sería una nueva vida bajo la estrella de Afrodita, el planeta Venus: Libra o Tauro regidos por Venus. O Cáncer: signo regido por la Luna. No sería frágil y delicada como Piscis, y Dasy no sería salvaje y fogosa como Sagitario, pero sé que llevaríamos en nuestra esencia un poco de todos los planetas, de Neptuno y su amor incondicional, de Júpiter y su deseo de irse en busca de nuevos horizontes, un poco de todo lo que conforma el Universo, nos moldeó durante nuestra vida estelar.

Quería que el brillo de Dasy fuera como la música descansando en el viento, etérea, transparente. Deseaba que nunca dejara de brillar y que atravesara la vida humana transformando el sonido en algo hermoso desde su existencia, como la música. Si Dasy no conservaba su memoria estelar cuando volviera a la vida, ¿cómo podría amarme y recordar que yo era una estrella como ella? ¿Cómo podría encontrar a Dasy si olvidáramos todo al nacer como seres humanos? Desear que nunca dejara de brillar era el deseo más desesperado y profundo en mi corazón. Solo si ambos reteníamos nuestro brillo estelar podríamos encontrarnos de nuevo, ese era mi verdadero deseo: la necesidad que habitaba en mi alma. Brillar junto a ella.

Sé que probablemente tendrá un corazón y alma de estrella, así como un cuerpo humano que reclamar. Quería seguir brillando igual que Dasy. Tener la fortuna de darle mi amor y encontrarla en la vida humana. Dar mi corazón, un corazón que latiera y bombease sangre a un cuerpo, un cuerpo que pudiera dar amor y sentirse amado, explotar mi cuerpo, mi belleza, exaltar mi poder a través de mi mente, dar sabiduría y besos a Dasy. Aprender a besar, aprender a ser humano con Dasy. Entonces los pensamientos ya no me dolían. Solía meditar en Van Allen durante el día y por la noche descartaba pensamientos hasta elegir aquellos que me favorecían, practicaba la fuerza de atracción que vi a los humanos practicar tantas veces.

Entendí después de largos días de meditación que ahora mi luz estaba viajando, y que mientras viajaba seguía existiendo como parte del Universo. Una parte de mí, es ahora esta blancura forjada en destellos, no podía ver la noche porque ya no era una estrella. Pero mi luz y alma seguían vivas. Traté de brillar para la gente, mostrarles el camino, hacerles entender que la solución estaba en su propia confianza, así que continué escuchando los deseos de la humanidad, ellos podían verme aunque yo no pudiera verlos.

Muchos de los deseos que escuché estaban erradicados en el mayor miedo que he conocido en la humanidad. El miedo de no ser suficiente para ser amado, o el miedo de no ser amado. Me parecían miedos de una simplicidad punzante para ser erradicados. Todo estaba en la fe, en su valoración personal. La fe y el valor que encontrarían en la vida. Una de las cosas que entendí fue que no podía olvidar que el miedo que los humanos suelen sentir es una sombra que oculta nuestra luz interior. Las estrellas saben que el miedo no existe. Por otro lado, algo dentro de mí me hizo saber que pronto me convertiría en un ser humano, que Dasy ya lo era, creo que los humanos lo llaman intuición. Seré un hombre, el hombre destinado a encontrarla. Aunque las estrellas conocen el destino de cada ser humano, ignoramos el nuestro. Y si mi intuición no fallaba, cuando fuera humano no podría olvidar esos dos miedos de "no ser suficiente" y "no ser amado". Tenía que mantener mi sabiduría intacta, y mi forma de ver las cosas desde la certeza y la tranquilidad cuando llegara a la vida humana. Las personas cometían errores monstruosos al creer esos pensamientos erróneos. Eran fácilmente influenciables. Permitían que los comentarios de personas dañinas y llenas de críticas por lo que se imponía en la sociedad, les dijeran lo que debía ser indicado. Todos los seres humanos tienen personalidad, los más felices son aquellos que son fieles a ella y permanecen auténticos. Encuentran su propósito de vida más fácilmente que aquellos que se niegan a escuchar su certeza interior.

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