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La chica del pandillero

Clara escuchaba la respiración agitada del flaco cuando se bajó de encima de ella. A veces tenía que contener las ganas de vomitar cuando este la besaba, pero lo hacía con un sólo pensamiento en su mente: ¡Venganza!.

—¿Quedaste satisfecha, mi amor? —preguntó el flaco aún agitado por el esfuerzo fís...