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Está buscando un castigo

Ragnar mira la lápida de Anabella y suspira profundamente. Ese olor, tan característico de los lirios, lo envuelve con una ventolina que surge de la nada. Cierra los ojos y se imagina que es ella, tal como lo hacía cuando estaba viva. Todavía puede sentir sus delicadas manos acunando su rostro antes...