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¡No te enseñaron nada!

Sin saber exactamente para qué, Adelaide cae suavemente de rodillas entre las piernas abiertas de Egil. Él la observa desde arriba a abajo con un tipo de placer desconocido desbordando su cuerpo.

—Hoy quiero que me complazcas, Valencia —le dice pasando su pulgar por el labio inferior de la joven—. ...