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Sí, quiero ser tu esposa

En Roma, cinco años después…

—¿Es en serio? —Adriano deja su copa de champaña a un lado y se acerca a Emma, quien está apoyada por el barandal de la terraza, pero mirándolo a él.

—Por supuesto. Nunca estuve más segura de esto —responde ella con su habitual sonrisa que derrite de amor a Adriano.

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