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Mi verdugo

Adelaide por fin llegó.

Egil cierra los ojos esperando a que ella se acerque. Sus pasos son tan sutiles que apenas pueden oírse en el profundo silencio de la habitación. Oye un suspiro muy cerca de él que lo tienta a abrir los ojos, pero aún no es tiempo.

Algo se remueve a su lado. Luego un balbu...