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Segunda parte_ Pagar

La impotencia se apoderó de mis entrañas, temblé mientras ella apartaba mis manos, sudaba, cerré los ojos mientras suspiraba y gritaba.

—¡ANDREIA! —Me asusté—. ¡No te atrevas, nunca te dejaré sola!

Ella se levantó con una mirada mortal de disgusto y odio.

—No tengo intención de quedarme con tu fo...