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Pagar.

En su rostro, una sombra de miedo, en medio de la agonía, me reí de su miseria, nada de lo que haga cambiará el hecho de que es un cordero en mis manos. Cuando le quité el cuchillo de las manos y sus ojos se llenaron de terror, sentí una leve lástima que fue borrada por el sentimiento de odio. Vertí...