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Christopher

Aparentemente Gabriela comenzó a sentir una cierta atracción hacia mí, lo cual me hizo muy feliz, porque eso significa que mi plan va de maravilla. Por ahora, mi matrimonio es secreto, no corro el riesgo de que alguien se entere, mi personal no abrirá la boca y yo tampoco. Todo tenía que ser perfecto, no podía haber fallos, mi plan tenía que funcionar.

—¿Estás nervioso? —le pregunté al castaño que estaba acostado en la camilla.

—Un poco —diría que mucho, juzgando por todo su cuerpo tembloroso.

—Todo saldrá bien, ya verás —algunas enfermeras entran con un doctor.

—Hola, señora, soy el anestesiólogo, sentirá un pequeño piquete, pero no dolerá —le inyecta, cuando llega el doctor lo miro sonriendo.

Ella me susurra algo cuando Gabriela está sedada y me siento, dejándolos llevarla.

...

Gabriela

Abrí los ojos poco a poco, acostumbrándome a la luz.

¿Cuándo me dormí?

—Te despertaste —dice una voz masculina, que identifico como la de mi esposo.

—¿Ya terminaron?

—Así es y todo salió bien —trato de levantarme, pero no puedo, todavía hay anestesia en mi cuerpo—. Será mejor que descanses —no escucho más, cierro los ojos de nuevo y veo oscuridad.

Christopher

—Es muy bonita —dice mi abuela al verla, luego me golpea con su bolso en el pecho.

No quería que mi abuela viniera, pero aparentemente una de las enfermeras chismosas le dijo que estaba aquí mientras estaba en revisión.

—¿Pero qué? —me quejo, frotando el área afectada.

—Eso fue por no decirme que estabas saliendo con alguien —me golpea de nuevo.

Genial, ahora mi abuela se ha convertido en una experta en golpear.

—Y esto por no invitarme a la boda —habla un poco enojada.

—Ya te dije, abuela, fue inesperado e íntimo.

—Inesperado nada, soy tu abuela, Christopher Harvey —mi nombre era demasiado largo para sonar regañón.

—Habrá otra boda a la que podrás asistir, como la de Danielle.

—Es más fácil que yo me case de nuevo a que tu hermana se case —no puedo decir nada al respecto, porque tiene razón.

—Bueno... —antes de terminar, vi por el rabillo del ojo cómo mi esposa se estaba despertando.

¡Mi salvación!

—Te despertaste —dejé lo que iba a decir en el aire.

—¿Cuánto tiempo dormí? —trató de acomodarse, la ayudé cuando vi que todavía estaba un poco sedada.

—Bastante, cariño —respondió mi abuela en mi lugar, Gaby miró a mi abuela confundida—. Soy Sofía Huberman, la abuela de este ser —me señaló.

Ahora ya no soy su nieto, soy "este ser".

Gabriela abrió la boca sorprendida, no tardó en recomponerse y formar una leve sonrisa en su rostro.

—He oído mucho sobre ti —te agradezco mentalmente por decir eso.

—Espero que cosas buenas.

—Maravillosas, de hecho.

Este es mi momento para huir, es ahora o nunca.

—Lo siento por interrumpir, pero tengo que ir a ver al doctor para que me den el alta —dije—. ¿Te importaría ayudar a Gaby a prepararse, abuela?

—Para nada —responde mi abuela, sonriendo y acercándose a mi esposa.

No quería que se conocieran así, pero de todos modos esto no afecta el plan, así que lo dejaré pasar.

Gabriela

—¿Y cómo se conocieron? —su pregunta, aunque no me sorprendió, no sabía cómo responder.

—Oh, bueno, nos conocimos... —mi mente está literalmente en blanco—. Creo que la anestesia no se ha ido por completo —me disculpo.

—No te preocupes, cariño, es comprensible, a mí también me ha pasado.

Por esta vez me libré, pero la próxima vez sabría que esa mujer de cabello blanco que se parecía mucho a su nieto querría respuestas.

...

2 semanas después

Ya habían pasado 2 semanas desde mi operación y una desde que volví al trabajo. Los primeros días después de mi operación no sentí nada, era como si nunca hubiera estado enferma. Chris me cuidaba cuando podía, por supuesto (pero eso no significaba que dejara de ser un gesto dulce), su abuela me visitaba a menudo, era una mujer muy amable.

En el trabajo empecé muy bien, todos son muy amables. Tengo una secretaria llamada Cassandra, trabaja bien, además de ser hermosa y vestirse increíble, tiene un sentido de la moda fenomenal. Para ser mi primera semana, fue genial para mí, conocí a muchas personas y tuve varias reuniones, y ahora tengo un caso de divorcio.

—Mi abuela nos invitó a cenar hoy —Chris entró en la cocina donde tomaba café con leche.

—¿Tenemos que llevar algo? —pregunté, dejando la taza en la mesa del desayuno.

—No mencionó nada —Chris lo dijo como si fuera lo más obvio.

Perdón, en mi mundo la mayoría de las veces cuando te invitan a una casa llevas algo como agradecimiento, lo llaman educación.

—¿A qué hora saldremos?

—En 3 horas —miró su Rolex.

—Entonces iré a prepararme —dejé mi taza de café a medias y subí las escaleras para ir a mi habitación.

La mayor de los Huberman me recordaba mucho a mi abuela y eso me hacía sentir cómoda a su lado.

...

—Señora —el chofer abrió la puerta de la camioneta para mí.

—Gracias, Jaime —él solo asintió y se subió al coche para ponernos en marcha.

—Te ves muy bien —aparté la mirada del chofer y la puse en mi esposo.

Era muy extraño que me lo dijera, la última vez que se refirió a mi apariencia física dijo que tenía el cabello como un espantapájaros.

—Gracias, aunque tú no te quedas atrás.

Era cierto que se veía muy bien en esos trajes elegantes y caros, parecía más que había nacido en uno de ellos.

—Siempre me veo bien —dijo y contestó una llamada.

Suspiré por su respuesta egocéntrica y miré la ciudad a través de la ventana del coche.

Cuando llegamos a la casa de la señora Sofía, no pude evitar sorprenderme de lo grande que era. Sin embargo, me pregunto, ¿no se sentirá sola? Digo, debe ser triste vivir en una casa tan grande y no compartirla con nadie.

—¿Qué piensas? —De repente, mi esposo parecía interesado en mis pensamientos.

—En que debe ser muy solitario vivir en una casa tan grande siendo solo una persona.

—Te acostumbras —afirmó con un sentimiento que no puedo descifrar.

Salimos del coche, Jaime abrió la puerta para mí y me ayudó a bajar. No creo que me vaya a acostumbrar a esta vida, pero me gusta.

—Recuerda, tenemos que fingir que somos inseparables —tomó mi mano, asentí y entramos.

—¡Queridos! —Sofía nos dio la bienvenida en el vestíbulo abrazando a Christopher y luego a mí—. Pasen —fuimos a una pequeña sala.

—¿Quieres beber algo, cariño? —preguntó Sofía cuando nos sentamos.

Iba a decir que sí, pero Chris me interrumpió.

—Por ahora no puede beber bebidas fuertes —respondió Chris por mí.

—¿Entonces?... —La abuela me miró esperando mi respuesta.

—Refresco, está bien —un joven comenzó a servirme.

—¿Y tú, mi amor?

—Whisky —estos días había notado que Chris bebía mucho whisky, lo que me lleva a suponer que es su bebida favorita, ya que no quiero pensar que es alcohólico.

—¿No me preguntaron a mí? —exclamó una voz masculina en la puerta—. Me siento ofendido —se puso una mano en el pecho, fingiendo estar herido.

Sentí que lo había visto en algún lugar, su rostro me resultaba bastante familiar.

—Jordan, querido, siéntate —dijo la abuela de mi esposo al joven rubio.

—Huberman —dijo el joven, saludando a Chris.

—Brown —saludó—. Pensé que estabas en París.

—Estaba allí, justo ayer regresé a Londres y tu hermosa abuela me invitó a cenar —abrazó a la anciana.

No fue hasta después de unos segundos que reparó en mi presencia.

—¿Y esta belleza, quién es? —Extendió su mano hacia mí, se la di y la besó, tomándome por sorpresa.

—Jordan, déjame presentarte a mi esposa Gabriela Cruise, Gabriela, él es Jordan Brown.

Ahí recordé dónde lo había visto, es una superestrella internacional.

—Es un placer finalmente conocerte —dije emocionada, deberían contratarme como actriz, tal vez Jordan Brown me presentara a uno de esos directores de cine que conoce.

—No veo tanta belleza todos los días, así que supongo que el placer es mío.

—Cuidado con lo que dices, Brown, ella es mi esposa.

—Las ocupadas siempre son mis favoritas —me guiña un ojo.

¿De verdad son mejores amigos?

...

Cuando fuimos a cenar, el ambiente se volvió muy relajado.

—¿En qué trabajas, Gaby? —preguntó el joven Brown.

—Soy abogada —la cara de Jordan parecía sorprendida.

—Oh, no pensé que cambiarías tus modelos —se dirige a Chris esta vez.

—Tan pronto como mi nieto —mencionó Sofía, restándole importancia, mientras cortaba un poco de su carne.

—Aún me sorprende —levantó las cejas—. ¿Cómo se conocieron? —cambia de tema y debo admitir que era muy bueno haciéndolo.

—Nos conocimos hace cinco años —había algo en la voz de mi esposo que lo hacía sonar tan verdadero—. Ella aún estaba en la universidad —asentí en respuesta, porque era cierto—. Siempre la observaba desde lejos.

Aparte de ser humilde, era un acosador.

—En ese tiempo yo estaba saliendo con alguien y ella también —sus palabras tenían ciertos aciertos, que me hicieron pensar que eran coincidencia—. Años después nos volvimos a encontrar, ambos estábamos solteros, pero empezamos siendo amigos.

—Después de un tiempo me pidió que fuera su novia —continué por él—. Viajaba todo el tiempo, así que me negué —la diversión llenó el rostro de mi esposo—, pero siguió insistiendo hasta que dije que sí...

—Y después de unos meses le pedí que se casara conmigo...

—Fue el mejor día de mi vida —lo interrumpí.

—Qué hermosa historia —Jordan sonrió, pero no duró mucho—. ¿Por qué no nos invitaron a la boda?

—Lo mismo le pregunté —habló la abuela mirando a su nieto, un poco enojada.

—Fue algo muy rápido, ni siquiera lo pensamos.

—¿Por qué no nos la presentaste antes?

—Viajaba demasiado y no tenía tiempo, además quería mantenerlo en secreto, dicen que las mejores cosas no se cuentan.

Todos en la mesa pusieron una cara llena de ternura y no pude evitar pensar en toda la información que podría o no ser una coincidencia.

....

Mi cabeza daba vueltas pensando en cómo preguntarle las dudas que rondaban mi mente, no podía dormir, así que solo me daba vueltas en la cama.

—Pregunta ahora —sus palabras me sorprendieron.

¿Cómo lo sabía?

Vi que aún tenía el dispositivo electrónico en sus manos como cada noche.

—¿Es real toda la información que dijiste? —parecía indiferente a mi pregunta, pero aún así me miró.

—¿Lo es? —me respondió con una simple pregunta, sin detalles para aclarar mi duda.

—Bueno, hay muchas coincidencias...

—Es una historia inventada, Gaby, nada más —respondió antes de volver a mirar la tablet.

Intenté conformarme con la respuesta y convencerme de que era una coincidencia.

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