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—¡Papá! ¿A dónde vas?— Escuché el grito de Eduardo y los pasos de Igor se detuvieron. Él tenía una nueva vida, contraria a mi ideal. Siempre iba a ser el padre de mi sobrino, y yo solo iba a ser la cuñada, la ex cuñada. Así lo veía el mundo y así debía ser. Era lo correcto.

Eduardo señaló la ventan...