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—¡Porque no lo haces! ¡Estás en el pasado!

—¿Entonces por qué estás aquí? —dijo suavemente, casi dulcemente.

—Porque tú lo pediste.

—¿Y por qué me escuchaste, Malu? ¿Por qué, entonces?

—No lo sé, ¿de acuerdo? No lo sé. Agarré mi bolso, preparándome para levantarme. La voz de Igor me clavó en mi luga...