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—Me importa. La lluvia cae en mis ojos y parpadeo furiosamente. —¡Ahora vámonos!

Me jaló, haciendo que me detuviera en la acera. Estaba enojado, jadeaba. Pero sus brazos me atrajeron hacia él. La lluvia caía a cántaros, lastimando mis hombros. Su cabello más largo estaba oscuro por la lluvia. Me ac...