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CAPITULO 33

Al día siguiente Lindsey se despertó y vio a su esposo mirándola.

—Buenos días, dormilona —pasó unos dedos por sus mejillas acariciando con delicadeza.

—Buenos días, amor —bostezó con pereza, no quería moverse de la cama.

—¿Cuánto tiempo llevas despierto?

—Un poquito.

—¿Qué haces mirándome dorm...