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Los aullidos se hicieron más fuertes, reverberando a través del bosque y haciendo que el aire se sintiera pesado. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras me aferraba al costado de Varek, su espada brillando débilmente en la tenue luz.

—¿Qué son? —susurré, apenas capaz de pronunciar las pal...