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Capítulo ochenta y cuatro

A la mañana siguiente, el aire estaba cargado de tensión mientras nos encontrábamos en un amplio claro en el corazón del campo de entrenamiento. A diferencia de las pruebas anteriores, no había árboles para esconderse, ni sombras para mezclarse. Esta vez, estaríamos expuestos. Vulnerables.

En el ce...