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Capítulo setenta y ocho

Me senté en el borde de mi cama, pasando una toalla por mi cabello húmedo después de nuestro baño en las aguas termales. El calor del agua aún se sentía en mi piel, pero mi mente estaba en otro lugar. Las visiones que había visto antes se repetían en mi cabeza: el chico, el alce, la conversación crí...