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Capítulo setenta y tres

Al día siguiente, Eira nos convocó nuevamente al salón de entrenamiento. Su expresión era severa, sus ojos nos escaneaban a cada uno como si evaluara nuestra determinación. Algo en su actitud me puso nervioso. Cualquiera que fuera su plan para hoy, no iba a ser fácil.

—Como vieron en la ilusión de ...