Read with BonusRead with Bonus

Capítulo sesenta y siete

A la mañana siguiente, Rowena nos reunió en la arena, su presencia tan imponente como siempre. Llevaba el cabello recogido en una trenza apretada, y sus ojos verde esmeralda brillaban con determinación. El aire estaba cargado de anticipación, y podía notar que no era el único curioso por saber qué t...