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Capítulo cuarenta y siete

Nos amontonamos en el Jeep de Elijah, el aire más ligero de lo que había sido en semanas. Cuando el motor rugió y nos pusimos en marcha, miré por la ventana, con la mano sobre el corazón, tratando de calmar mis emociones turbulentas. Sabía que esta misión no era solo una responsabilidad—era una carg...