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Veintitrés

El sol de la mañana se asomaba por las ventanas del aula mientras me deslizaba en mi asiento habitual, esperando un comienzo tranquilo para el día. Por supuesto, eso era mucho pedir.

—Buenos días, zanahoria—, me saludó Alex con su voz irritantemente alegre mientras se dejaba caer en el asiento junt...