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Capítulo ciento sesenta y seis

A la mañana siguiente, obligué al doctor a quitarme los yesos de las piernas.

—Deberías esperar al menos una semana más —argumentó, frunciendo el ceño mientras ajustaba sus gafas—. Tu tobillo sigue delicado y apenas has comenzado a recuperar tu fuerza.

—No tengo una semana —dije con firmeza, mirán...