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Capítulo ciento cincuenta

El día continuó con tareas tranquilas—limpiar, compartir una comida modesta y discutir nuestros planes para lo que venía después. Todos sabíamos que el camino por delante era incierto, que nuestras heridas, tanto físicas como emocionales, tomarían tiempo en sanar. Pero en esa biblioteca, con sus est...