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Capítulo ciento treinta y uno

Me senté en las frías ruinas de piedra, con la espalda contra las paredes desmoronadas del antiguo castillo. El frío se filtraba a través de mi ropa, pero no era solo el frío lo que me hacía temblar. Era el peso de la traición de Elijah lo que hacía que mi piel se erizara y mi corazón doliera. No po...