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Capítulo ciento veintiocho

—¿Por qué? —exigí, mi voz temblando con una mezcla de incredulidad y rabia—. ¿Estás trabajando con los Hijos del Eclipse? ¿Todo este tiempo?

Madre permaneció inquietantemente tranquila, como si mi arrebato no la hubiera afectado en absoluto. Bajo el velo negro que ocultaba su rostro, casi podía sen...