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Capítulo ciento veintisiete

El mundo parecía detenerse, nadie hablaba ni siquiera parecía respirar, tal vez, solo se escuchaba el sonido del viento moviendo las hojas.

—Stormi—llamó Madre, extendiendo sus manos hacia mí. Había una dulzura en su tono, pero algo en él se sentía forzado. Mis instintos me gritaban que me acercara...