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Capítulo ciento veintiséis

El pergamino crujió en mis manos mientras lo desplegaba por completo, revelando una red intrincada de líneas y símbolos que no se parecían a ningún mapa que hubiera visto antes. Mis compañeros se apiñaron a mi alrededor, con los ojos fijos en la tinta desvaída y las marcas extrañas. Podía sentir su ...