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Capítulo 111. Qué dure, lo que tenga que durar

Luciano sintió el calor inundar su cuerpo de nuevo y un nudo se le formó en la garganta al ver la sonrisa en el rostro de Melanie. Esos preciosos ojos lo miraban con un brillo y una emoción que le encogió el corazón. Ella no le tenía miedo.

—¿Café? —preguntó caminando con pies descalzos hacia Lucia...