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Capítulo 32. Nidito de amor

—Te he extrañado —confesó Marcelo, mientras liberaba los labios femeninos.

—No eres el único, he sentido estos días, como una verdadera eternidad —musitó ella, tomando ambas mejillas entre sus manos.

Marcelo la dejó en el piso y le besó la frente.

—¿Estás lista? —le preguntó, apartándole los rizo...