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Una batalla campal dentro de los muros

Sus labios articulan involuntariamente mi nombre con un dejo cálido que me acelera los latidos. Es un susurro, algo tan volátil que casi me lo he imaginado; pero ES. Abro los ojos como dos platos y clavo en él una mirada de incertidumbre.

Allí, sentado junto a la cama, no parece tan hosco e int...