Read with BonusRead with Bonus

210. LA CASA DEL ABUELO KAI

Lilly se dejó caer junto a Kirill, con un marcador ya en su pequeña mano y un destello travieso en sus ojos.

—Kirill —dijo dulcemente—, ¿puedo dibujar en tu mano?

Kirill ni siquiera la miró.

—No.

—Pero papá me deja pintar su mano —insistió, pestañeando.

Eso llamó su atención.

Kirill giró lenta...